Diario de Viaje: Crucero de 8 días por el Mediterráneo
El Viaje
El nacimiento de nuestro pequeño Álex a principios de 2024 hizo que ese año esperásemos unos meses más de lo normal para viajar pues, como es lógico, necesitábamos acostumbrarnos a ser una familia… Pero, en cuanto creímos que Álex ya estaba preparado para disfrutar del mundo con sus papás, nos pusimos a planear un nuevo viaje… Con las experiencias vividas anteriormente, creímos que un crucero iba a ser perfecto para nuestro primer viaje en familia y, como Álex, sólo iba a tener 7 meses, nos decantamos por un Crucero por el Mediterráneo…
Después de realizar una búsqueda exhaustiva en internet para encontrar nuestro viaje ideal, nos decantamos por contratar todos los servicios por separado. El tren AVE lo contratamos a través de Trainline y el crucero a través de Viajes El Corte Inglés.
Puedes visitar la web de Trainline aquí y la de Viajes El Corte Inglés aquí.
Esto fue lo que contratamos:
Crucero de 8 días por el Mediterráneo. Del 1 al 8 de Octubre de 2024. Precio total (2 adultos + 1 bebé): 2793,93 €.
- Tren.
o Madrid (PTA. ATOCHA-ALMU) - Barcelona (SANTS).
o Barcelona (SANTS) - Madrid (PTA. ATOCHA-ALMU).
o Elección de asientos.
o 3 Maletas incluidas/persona.
- 8 días de Crucero por el Mediterráneo (PC). Camarote interior.
o Día 1: Barcelona.
o Día 2: Navegación.
o Día 3: La Goulette (Túnez).
o Día 4: Palermo (Italia).
o Día 5: Nápoles (Italia).
o Día 6: Livorno (Italia).
o Día 7: Marsella (Francia).
o Día 8. Barcelona.
- Experiencia Fantástica en el Crucero.
o Elección de camarote.
o Paquete de bebidas para el crucero.
- Seguro de viaje especial cruceros (Cancelación + Asistencia).
Contratamos el seguro de viaje Go cruise de InterMundial que nos ofrecía protección tanto a bordo del barco como en tierra.
Puedes visitar la web de InterMundial
aquí.
El Itinerario
Día 0: Madrid - Barcelona.
Días 1-6: Crucero por el Mediterráneo.
Día 7: Barcelona - Madrid.
Índice
- Preparativos.
- Día 0: Madrid – Barcelona y… ¡al abordaje!
- Día 1: En alta mar.
- Día 2: Recordando Túnez.
- Día 3: Palermo.
- Día 4: Nápoles.
- Día 5: Pisa y Florencia.
- Día 6: Marsella.
- Día 7: Barcelona – Madrid.
Preparativos
Para nuestro viaje, tuvimos que realizar los siguientes preparativos:
- Obtención de pasaporte.
De acuerdo que iba a ser el primer viaje de nuestro retoño y a que íbamos a pisar suelo tunecino, necesitamos solicitar el primer pasaporte para Álex.
- Solicitud de la tarjeta sanitaria europea.
Para viajar seguros, solicitamos la tarjeta sanitaria europea a través de la web de la Seguridad Social.
- Realización del itinerario general.
- Compra de paquete de internet para 2 dispositivos para el crucero. Precio total: 123,20 €.
- Reserva de la excursión Florencia-Pisa desde Livorno. Precio total (2 adultos + 1 bebé): 90 €.
Hicimos la reserva de esta excursión con una agencia de excursiones externa a la de la naviera a través de Civitatis pues nos proveía de la misma excursión que ésta pero prácticamente a mitad de precio y con guía en español garantizado.
Puedes visitar la web de Civitatis
aquí.
DÍA 0: Madrid – Barcelona y… ¡al abordaje!
Llegamos a la estación de tren de Puerta de Atocha-Almudena Grandes con cerca de 1 hora y media de antelación a la salida de nuestro tren para pasar el control de seguridad.
Nuestro tren AVE con destino a Barcelona salió a la hora programada y, tras algo más de 2 horas y media de viaje, llegamos la estación de Barcelona-Sants, pasados 10 minutos de las 11 y media de la mañana.
Tras salir del tren, nos dirigimos a la salida siguiendo las indicaciones de Taxi para para hacer el traslado entre la estación de tren y la terminal del puerto de cruceros de Barcelona.
En unos 30 minutos, llegamos a nuestro destino (30 euros)… y nos topamos con el navío que nos iba a llevar por el Mar Mediterráneo: ¡el imponente MSC Grandiosa!
Nuestro barco partía del puerto de Barcelona a las 6 de la tarde pero teníamos permiso para embarcar nada más llegar al puerto, así que decidimos aprovechar ese hecho y embarcar, para así disfrutar unas horas más de las instalaciones del barco.
Accedimos a la terminal, dejamos nuestras maletas y facilitamos al personal de tierra de MSC nuestra reserva y documentación y recibimos las tarjetas que nos identificaban como pasajeros del MSC Grandiosa y que nos permitían, además, abrir la puerta de nuestro camarote…
Y, por fin, embarcamos al MSC Grandiosa (no sin antes posar para una bonita foto justo a la entrada)… Lo primero que hicimos fue dirigirnos a la tienda MSC Photo de la cubierta 6, para que nos activaran el paquete de internet que habíamos adquirido con antelación a la salida de nuestro crucero.
Tras eso, nos dirigimos a la cubierta 11, donde se encontraba localizado nuestro camarote. Localizamos el camarote 11406 en el mapa dispuesto a la salida del ascensor y caminamos hasta él… Puede parecer mentira pero estábamos ansiosos por descubrirlo… Debía ser la emoción por volver a navegar… Cuando llegamos, colocamos la tarjeta sobre la cerradura y entramos… ¡No estaba nada mal! Enfrente nuestra encontramos una cama king size; a la izquierda, localizamos un gran tocador y la puerta que cerraba un baño completo con ducha y, a la derecha, un armario… ¡Era perfecto! Sobre la cama, encontramos el QR para descargar el folleto Daily Program en nuestros móviles, que recogía todas las actividades que iban a tener lugar durante el primer día de crucero…
Alimentamos a Álex y le realizamos un cambio de pañal y luego, para hacer tiempo para que nuestras maletas llegasen a nuestro camarote, decidimos ir a comer. Así que tomamos el ascensor y nos dirigimos a la cubierta 15, donde se encontraba el buffet Marketplace Buffet. La comida nos dejó literalmente babeando durante un buen rato… ¡Qué rico estaba todo!
Repuestas las fuerzas, nos dispusimos a investigar el barco…
Tomamos el ascensor hasta la cubierta 5, donde encontramos la entrada al salón-restaurante principal Purple Crab y algunos camarotes y, en el centro de la cubierta, encontramos la recepción y el espacio destinado a la agencia de excursiones.
En la cubierta 6, encontramos un sinfín de lugares de interés... Empezando por la popa, encontramos la entrada a los salones-restaurantes principales La Loggia y La Perle, destinados a los huéspedes con Experiencias Bella y Fantástica, como nosotros. En el centro de la cubierta, encontramos la Galleria Grandiosa, un gran paseo con asientos que se extendía hasta la proa del barco que, además, proyectaba vídeos en el techo y que nos hizo olvidarnos de que nos encontrábamos dentro de un barco pues parecía más un pasillo de un gran centro comercial, con multitud de tiendas y bares, entre los que destacaban: Edge Cocktail Bar, Jean-Phillippe Chocolat & Café (coste adicional), Jean-Phillippe Crêpes & Gelato (coste adicional) y Grandiosa Bar & Lounge; y los restaurantes de especialidades L’Atelier Bistrot, de temática francesa; y HOLA! Tapas Bar by Ramon Freixa, de temática mexicana. Ya en la proa, descubrimos la entrada al Théâtre La Comédie, el teatro principal.
La cubierta 7 también era alucinante… En la popa, descubrimos la entrada al Carousel Lounge, un espacio donde tendrían lugar diferentes experiencias musicales durante el crucero con bandas en vivo, bailarines, cantantes y acróbatas al más puro estilo de un club nocturno, y Le Grand Casino, donde esperábamos pasar unos buenos ratos. Desde el centro de la cubierta hasta la proa, se extendían dos pasillos repletos de bares y restaurantes, entre los que destacaban los restaurantes de especialidades (coste adicional): Butcher’s Cut, de temática americana; y Kaito Teppanyaki y Kaito Sushi Bar, de temática japonesa; el restaurante principal Il Campo, destinado a los huéspedes con Experiencia Aurea; el bar Masters of the Sea, una verdadera fábrica de cerveza a bordo; el bar Champagne Bar, especializado en la famosa bebida espumosa o el TV Studio & Bar, que contaba con karaoke... Por último, en la proa, localizamos el MSC Aurea Spa (coste adicional).
Las cubiertas 8, 9, 10, 12, 13 y 14, eran cubiertas sólo destinadas a camarotes, como la cubierta en la que se encontraba el nuestro, así que accedimos directamente a la cubierta 15.
En la popa de la cubierta 15, nos topamos con el enorme restaurante-buffet Marketplace Buffet, que ya conocíamos de la comida… En el centro de la cubierta, encontramos la piscina principal Atmosphere Pool: sencillamente espectacular y con 4 jacuzzis… Y, casi en la zona de proa, localizamos la piscina cubierta Safari Pool y más jacuzzis, cuyo entorno y como su propio nombre indicaba, era similar a una auténtica jungla… ¡Qué bien lo íbamos a pasar a remojo!
Siguiendo nuestra ruta por el barco, llegamos a la cubierta 16, otra cubierta con espacios al aire libre repleta de atracciones. En la popa hallamos una zona sólo para adultos que parecía un exclusivo club de playa y en la que destacaba la piscina Horizon Pool… En el centro, en el interior, se encontraba el espacio Sportplex, destinado a la práctica de algún deporte; el bar Sports Bar; la bolera (coste adicional); el simulador de Fórmula 1, MSC Formula Racer (coste adicional); el Cine 5D (coste adicional); las máquinas de juegos de Arcade; y el gimnasio; mientras que en el exterior se encontraban la zona de solárium que asomaba hacia la piscina principal y dos jacuzzis infinitos. La proa de la cubierta 16 albergaba el solárium que asomaba hacia la piscina cubierta, otros 2 jacuzzis, mesas de ping-pong y futbolín y la zona perteneciente a los miembros del MSC Yach Club.
La popa de la cubierta 18 se encontraba llena de hamacas para tomar el sol y acogía también otro jacuzzi. El centro de la cubierta 18 acogía los clubs infantiles y juveniles así como el bar-discoteca Sky Lounge...
La cubierta 19 era otra cubierta al aire libre repleta de atracciones. En la popa encontramos el Himalayan Bridge; los toboganes acuáticos y la piscina infantil del Wild Forest Aquapark; el bar Wild Forest Bar y un solárium exclusivo para los miembros del MSC Yach Club.
Vistos todos los rincones del barco, tocaba regresar al camarote para que el peque tomara una siesta y ver el vídeo de seguridad. Después, tocó empezar a disfrutar de las instalaciones del MSC Grandiosa no sin antes dirigimos al Punto de Encuentro para que certificaran que habíamos visto las indicaciones de seguridad.
Siendo Octubre y aunque el tiempo en Barcelona era bastante agradable, decidimos empezar por tomar un baño en la piscina cubierta Safari Pool de la cubierta 15, pedimos unos cócteles, tomamos prestadas unas toallas y pasamos un buen rato probando las burbujas de los jacuzzis… ¡Álex estaba encantado!
Tras descansar un rato tumbados en las tumbonas y dar la merienda al pequeño de la familia, nos dirigimos a la popa de la cubierta 16 para ver como partía nuestro barco… A las 6 de la tarde en punto, el atronador sonido de la bocina indicó nuestra partida hacia tierras africanas… ¡Qué emocionante! En pocos minutos dejamos atrás el puerto de Barcelona y nos adentramos en las aguas del Mar Mediterráneo…
A eso de las 18:30 horas, regresamos a nuestro camarote para darnos una ducha y vestirnos para la cena y el espectáculo que tendría lugar a las 21:00 horas en el Théâtre La Comédie y que habíamos reservado previamente gracias a la aplicación móvil MSC for Me.
Aprovechando la segunda siesta de la tarde de Álex, nos dirigimos a la Galleria Grandiosa de la cubierta 6 para echar una ojeada a sus tiendas antes del espectáculo…
A las 20:45 accedimos al Théâtre La Comédie donde iba a comenzar el espectáculo de bienvenida al crucero: DUO WIZARD… El show estaba protagonizado por ilusionistas de alto nivel que poseían el récord Guinness en cambio rápido de vestuario... ¡Nos encantó!
Después del espectáculo, elegimos nuevamente el buffet Marketplace Buffet de la cubierta 15 para cenar. De nuevo, la variedad de comida y la calidad del buffet nos dejó impresionados… ¡Además, era una gozada cenar con vistas al mar!
Tras eso y, a pesar de que aquella noche tenía lugar la White Party, el cansancio y nuestro bebé nos pidieron a gritos volver al camarote a descansar de nuestro primer día increíble de crucero…
DÍA 1: En alta mar
Ese día, nuestro crucero navegaba hacia La Goleta, el puerto de cruceros de Túnez, por lo que iba a ser un día perfecto para aprovecharse de las instalaciones del navío.
Sin las prisas por desembarcar, aquel día aprovechamos para permanecer un rato más en la cama plácidamente mecidos por las olas del mar… Luego, tras alimentar al chiquitín y vestirnos, subimos hasta la cubierta 15 para empezar el día con un buen desayuno.
El resto de la mañana la pasamos disfrutando de la piscina cubierta Safari Pool, de los jacuzzis y de las hamacas.
Cuando volvió a apretar el hambre, regresamos al Marketplace Buffet a reponer fuerzas…
Después de comer y, tras la siesta rutinaria del peque, volvimos al agua…
A eso de las 19:30 horas, cambiamos el bañador por ropa casual y nos tomamos un coctel en el TV Studio & Bar de la cubierta 7 (aprovechando la segunda siesta de la tarde de Álex). Luego, fuimos a apostar unos cuantos dólares al Casino.
Poco antes de las 9 de la noche, nos acercamos al Théâtre La Comédie para deleitarnos con el show Moondance, que resultó ser un refinado homenaje a la carrera de Michael Bublé…
Tras la cena, que disfrutamos nuevamente en el Marketplace Buffet, no quedó otra cosa que hacer que volver al camarote a descansar de otro día increíble de crucero…
DÍA 2: Recordando Túnez
Ese día, nuestro crucero hacía puerto en La Goleta, el puerto de cruceros de Túnez…
La primera vez que visitamos Túnez, haya por 2012, tuvimos la oportunidad de recorrer y visitar los que sin duda eran los lugares más mágicos del país como: las playas de Hammamet, el Anfiteatro de El Djem, los escenarios de película de Matmata, las dunas del Sahara cerca de Douz, el lago salado de Chott El Djerid, el increíble palmeral de Tozeur, el espectacular oasis de montaña de Chebika, las cascadas de Tamerza o la Cuarta Ciudad Santa del Islam: Kairouan.
No obstante, Túnez tenía cosas que ofrecer para aquellos turistas que, como nosotros, lo visitábamos por segunda vez y es que, desde la terminal de cruceros de La Goleta, partían excursiones para visitar, por ejemplo, el sitio arqueológico de Cartago o el pueblo de Sidi Bou Said… Aunque eran lugares que nos llamaban verdaderamente la atención, decidimos que aquel día, simplemente, nos conformaríamos con visitar la medina que leímos que se encontraba a una corta distancia andando del puerto pues no creímos conveniente ir a un sitio arqueológico lleno de desniveles con un carrito de bebé, ni subir y bajar las continuas cuestas que conformaban Sidi Bou Said…
Aquel día no madrugamos en exceso pues el Grandiosa tenía previsto el atraque en el puerto de La Goleta a las 9 de la mañana. Tras vestirnos, subimos hasta la cubierta 15 y probamos el desayuno del Marketplace Buffet.
Poco antes de las 11 de la mañana ya estábamos pisando la terminal de cruceros del puerto de La Goleta de Túnez y, al salir, comenzamos a sufrir el calor que ya hacía a esa hora de la mañana…
Nos dirigimos andando a la medina y nos refugiamos del calor recorriendo su bazar en busca de souvenirs, poniendo a prueba, además, nuestros dones para el regateo… Nuestro retoño recorrió buena parte del bazar dormidito en su carro a pesar de los gritos de los comerciantes tunecinos que reclamaban así la atención de los turistas… ¡Angelito!
Tras las compras y, tras pasar los controles de seguridad, abordamos al Grandiosa.
Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y a ponernos el bañador y, tras eso, aprovechamos el calor que hacía en el país africano para remojar al peque en la piscina infantil del Wild Forest Aquapark de la cubierta 19. También, aprovechando que para había pocos cruceristas abordo, disfrutamos de los jacuzzis infinitos de la cubierta 18 prácticamente vacíos, solos para nosotros.
Luego, para saciar nuestra hambre fuimos a disfrutar de la comida que ofrecía el Marketplace Buffet.
Después de la siesta y hasta las 7 de la tarde, hora en la que nuestro navío volvió a navegar, nos pusimos a remojo en la piscina y jacuzzis de la Safari Pool...
A las 19:00 horas, muy relajados, fuimos al camarote a cambiarnos de ropa para la cena y el espectáculo a que habíamos reservado a través de la aplicación móvil MSC for Me.
Poco antes de las 21:00 horas y, tras haber realizado unas pequeñas apuestas en el Casino y habernos tomado un buen coctel en el TV Studio & Bar aprovechando la segunda siesta de la tarde del bebé, nos dirigimos al Théâtre La Comédie para asistir al show SONG BOOK ABBA. ¡Lo pasamos en grande cantando y bailando en nuestros asientos todos los grandes éxitos del grupo musical sueco!
Tras el fin del show y la cena, no quedaba otra cosa que hacer que volver al camarote a descansar…
DÍA 3: Palermo
Ese día, nuestro crucero hacía puerto en Palermo, la vibrante capital de Sicilia, cuyo aspecto descuidado es considerado parte de su encanto… Decidimos no contratar ninguna actividad extra en ese puerto pues pensamos que, con el tiempo de escala que tendríamos (de 8:00 a 18:00 horas), podríamos hacer un buen recorrido por la ciudad por nuestra cuenta
(Recorrido total caminando: 1,38 h – 7,10 Km).
Aquella noche dormimos bastante bien mecidos por las olas del mar y, sin prisas, fue nuestro peque el que decidió cuando empezaba el día… Nos vestirnos y subimos hasta la cubierta 15 para comenzarlo con un buen desayuno.
Tras el desayuno, cogimos la cámara de fotos y la mochila y desembarcamos… La temperatura, sin ser sofocante como en La Goleta, era bastante agradable y permitía ir en manga corta sin problemas (aunque habíamos echado una chaqueta en la mochila por si acaso)...
Nada más salir de la terminal de cruceros tomamos la Via Francesco Crispi, que transcurría paralela al puerto, en dirección norte para, a continuación, tomar las Vias Rosario Gerbasi y Ettore País hasta su cruce con la larga Via Domenico Scinà. Después de unos 10 minutos de paseo llegamos a la Piazza Ruggero Settimo y a la primera parada de nuestro itinerario para ese día: el Teatro Politeama… El teatro, uno de los dos grandes edificados en Palermo durante la segunda mitad del siglo XIX, nos pareció espectacular… Su fachada semicircular con su pórtico de columnas era visible desde toda la plaza y la entrada era, sencillamente impresionante… Nos recordaba a uno de los arcos del triunfo de la Antigua Roma pero también, en parte, a la maravillosa Puerta de Brandeburgo de Berlín, con esa cuadriga situada arriba del arco… Sin embargo, las palmeras que rodeaban la plaza, nos indicaban que estábamos en otro sitio…
Después de permanecer un rato allí tomando fotos, continuamos con nuestro recorrido. Ahora tocaba admirar el otro gran teatro de Palermo: el Teatro Massimo. Para ello, dejamos la Piazza Ruggero Settimo y tomamos la Via Salvatore Meccio hasta su cruce con Via Pignatelli Aragona. En unos 10 minutos habíamos llegado a Piazza Verdi, en pleno centro de la ciudad y Álex ya se había quedado dormido en el carro.
Había mucho ambiente en la plaza; no obstante estaba repleta de cafés, restaurantes y tiendas. Pero, sin duda, lo que más destacaba era el majestuoso Teatro Massimo, el teatro de ópera más grande de Italia y uno de los más grandes de Europa. ¡Impresionante!
Para continuar con nuestro itinerario, cruzamos la Piazza Verdi y tomamos la transitada Via Maqueda, repleta de terrazas y tiendas de souvenires (que aprovechamos para llevarnos alguno a casa), hasta llegar al cruce con la Via Vittorio Emanuele donde se localizada la magnífica Piazza Vigliena, también conocida como Quattro Canti por las espectaculares 4 fachadas curvas de los edificios que la delimitaban… La plaza estaba a reventar de turistas y de artistas callejeros pero es que, sin duda, era uno de los atractivos imperdibles de Palermo… Cada una de las fachadas de los edificios que la delimitaban estaba dividida en 3 niveles: el nivel superior estaba adornado con estatuas que representaban a las 4 estaciones, el nivel intermedio poseía esculturas de los cuatro reyes de España que gobernaron Palermo allá por el siglo XVII y las esculturas del nivel inferior, que se posaban sobre unas preciosas fuentes, estaban dedicadas a las santas patronas de los cuatro barrios históricos de la ciudad (Santa Cristina, Santa Ninfa, Santa Olivia y Santa Águeda)…
Cuando hubimos tomado un buen número de fotografías, salimos de la bulliciosa plaza y tomamos de nuevo Via Maqueda hasta llegar a la Piazza Pretoria donde se hallaba una de las fuentes más bonitas de la ciudad: la Fontana Pretoria. Y así era, aunque las vallas que la rodeaban debido a labores de restauración desmerecían un poco la vista… La fuente, de planta circular, ocupaba toda la plaza, y las pilas con agua se disponían en tres niveles concéntricos, rodeados de estatuas que representaban monstruos, animales mitológicos y los cuatro ríos de Palermo: el Oreto, el Papireto, el Gabriele y el Maredolce…
A unos pasos por Via Maqueda, nos topamos con la Piazza Bellini. Allí, en su lado sur y en un nivel superior (al que se accedía por unas escaleras), se encontraban la Iglesia Martorana y la Iglesia de San Cataldo, que se distinguía por sus características cúpulas rojas… Unas buenas filas de turistas se apostaban frente a sus entradas para visitar su interior… Como Álex estaba a punto de despertarse de su siesta matutina, decidimos no visitarlas y sí aprovechar uno de los bancos que se encontraban en la plaza para hacer un descanso e hidratarnos.
Tras la pausa para la hidratación, desandamos el camino hasta la Piazza Quattro Canti y tomamos la Via Vittorio Emanuele hasta que nos topamos con la imponente Catedral de Palermo… No era de extrañar que aquella catedral de fuerte estilo árabe (debido principalmente a su enorme patio interior lleno de palmeras) estuviese incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO… ¡Sólo su fachada era impresionante!
Habiendo captado la belleza de la fachada de la catedral con nuestras cámaras y antes de acceder a su interior, aprovechamos los bancos que rodeaban el patio de la catedral para alimentar a Álex, que ya se había despertado.
Luego, accedimos al interior de la catedral, que también era espectacular, como cualquier iglesia del país italiano. Nos quedamos con ganas de subir a las cubiertas de la catedral; cosa que tuvimos que obviar al ir con carrito de bebé…
La última parada de nuestro itinerario para ese día se encontraba a unos 10 minutos andando de la catedral por la Via Vittorio Emanuele y era, nada más y nada menos, que el Palacio de los Normandos, la residencia real más antigua de Europa, que nos conformamos con contemplar por fuera debido al poco tiempo de escala en la ciudad que teníamos.
Después de tomar unas cuantas fotos y habiéndonos quedado con un buen sabor de boca tras visitar el centro de Palermo, emprendimos el recorrido de vuelta al puerto de cruceros.
Llegamos al puerto de cruceros poco antes de las 3 de tarde y, tras pasar los controles de seguridad, abordamos al Grandiosa.
Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 15 para disfrutar de la comida que ofrecía el Marketplace Buffet.
Como acabamos tarde de comer, la siesta se alargó algo más... Nuestro crucero ya había dejado Palermo, había puesto rumbo a Nápoles y era casi de noche cuando nos pusimos de nuevo a remojo en los jacuzzis interiores...
Álex se quedó dormido nada más vestirle en el camarote, así que decidimos no asistir al espectáculo de aquel día e ir directos a cenar.
Después, no quedó otra cosa que hacer que volver al camarote a descansar de otro día increíble de crucero…
DÍA 4: Nápoles
Ese día, nuestro crucero hacía puerto en Nápoles, una de las ciudades más auténticas y con más encanto de Italia y escala habitual de los cruceros que recorren el Mediterráneo, en parte, también, por su proximidad al sitio arqueológico de Pompeya, a la preciosa isla de Capri o a la espectacular Costa Amalfitana…
La primera vez que visitamos Nápoles, haya por 2013, tuvimos la oportunidad de visitar la extensa área arqueológica de la malograda
Pompeya, subir hasta el Gran Cono del
Vesubio, recorrer
Capri
en
scooter, visitar algunos de los lugares más espectaculares de la
Costa Amalfitana y algunos de los atractivos del
centro de Nápoles.
No obstante, Nápoles también tenía cosas que ofrecer para aquellos turistas que, como nosotros, lo visitábamos por segunda vez y es que, desde la terminal de cruceros de Nápoles, partían excursiones para visitar, por ejemplo, el sitio arqueológico de Herculano o la encantadora ciudad costera de Sorrento… Aunque eran lugares que nos llamaban verdaderamente la atención, preparamos un itinerario por el centro de Nápoles para empaparnos nuevamente del ambiente napolitano y conocer nuevos atractivos, pues no creímos de nuevo conveniente ir a un sitio arqueológico lleno de desniveles con un carrito de bebé, ni subir y bajar las continuas cuestas que conformaban Sorrento… (Recorrido total caminando: 1,28 h – 6,35 Km).
La noche había sido movidita (y no precisamente por culpa de nuestro hijo) y hubo ratos en los que, literalmente, no pegamos ojo, por lo que, aunque nuestro barco atracó poco antes del amanecer en el puerto de Nápoles, no fue hasta casi las 8 que nos levantamos.
Tras vestirnos, subimos hasta la cubierta 15 para empezar el día con un desayuno que mejorase las náuseas que habíamos sentido aquella noche…
Mientras desayunábamos en el Marketplace Buffet pudimos ver desde sus ventanas lo que nos esperaba aquel día en Nápoles…
Tras el desayuno, cogimos la cámara de fotos y la mochila y desembarcamos… El cielo permanecía nublado y la brisa traía una temperatura más fresca que en Sicilia pero, aún así, no hacía nada de frío.
Nada más salir de la terminal de cruceros cruzamos la Via Cristoforo Colombo para llegar a la alargada
Piazza Municipio. Allí, pudimos hacernos unas bonitas fotos junto a una escultura que representaba las letras de la palabra Napoli… Al final de la plaza nos topamos con la
Fontana del Nettuno, que ya conocíamos de nuestra primera visita a Nápoles, y el imponente Palazzo San Giacomo, sede del Ayuntamiento de Nápoles.
Luego, continuamos nuestro recorrido por la Via Paolo Emilio Imbriani y giramos a la derecha para dar finalmente con la Via Toledo, una de las principales arterias de Nápoles con una longitud de más de 1 Km y que se encontraba tal y como la recordábamos: repleta de tiendas y restaurantes con terrazas... Tras unos 20 minutos de paseo, llegamos a la siguiente parada de nuestro itinerario para aquel día: la Piazza Dante.
Piazza Dante era una plaza enorme, bonita (al estilo napolitano) y llena de vida que, incluso, acogía un mercadillo de artesanía… En el centro de la plaza pudimos admirar una escultura en honor al autor de “La Divina Comedia” y, justo detrás, el bello Foro Carolino, un monumento construido en honor a Carlos III de Borbón y que, hoy en día, constituía un hotel
bed & breakfast…
Siguiendo nuestro itinerario, atravesamos Port’Alba, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad, llegando a la Via Port’Alba, famosa por sus tiendas de libros antiguos, y que nos sorprendió con su encanto…
Al final de la calle, tomamos Via Santa Maria di Costantinopoli hasta llegar a nuestro siguiente punto de interés: la Piazza Bellini. Aunque algo descuidada, Piazza Bellini bien merecía una visita pues, además de poder admirar un monumento en honor al famoso compositor Vincenzo Bellini, en el centro de la plaza pudimos ver las ruinas de las antiguas murallas griegas de Neápolis.
Dejando atrás Piazza Bellini, continuamos caminando por la Via dei Tribunali hasta que nos topamos con el Busto di Pulcinella, todo un símbolo de la cultura napolitana, justo en el cruce con el callejón Vico del Fico Al Purgatorio.
Para dirigirnos a la siguiente parada que teníamos planeada, volvimos sobre nuestros pies por Via dei Tribunali para tomar la Via Nilo pero cual fue nuestra sorpresa que, justo en el cruce de Via dei Tribunali con Via Atri nos encontramos con el “auténtico” Pulcinella, un hombre condenado a arresto domiciliario desde 2016 que decidió salir al balcón de su casa cada día para ganarse la vida a costa de las propinas de los viandantes que, aún aquel día, premiaban con unas monedas su arte al micrófono… ¡No tenía desperdicio!
Como decíamos, tomamos Via Nilo, Via Benedetto Croce y Via Santa Chiara hasta que alcanzamos la entrada al complejo monumental de
Santa Chiara. Abonamos la entrada (7 €/adulto) y accedimos. Antes de recorrer el claustro, aprovechamos los bancos que lo rodeaban para alimentar a nuestro bebé e hidratarnos. Tras la pausa, recorrimos los preciosos jardines del claustro que se encontraban flanqueados por varios limoneros y por un sinfín de columnas y bancos decorados con azulejos de colores. También pudimos admirar los maravillosos frescos pintados en tonos pastel… ¡Muy recomendable!
Al dejar Santa Chiara, con el bebé durmiendo en su carro (a pesar del traqueteo que generaba el empedrado de las calles), nos dirigimos a la Piazza del Gesù Nuovo. El monumental Obelisco de la Inmaculada y la fachada almohadillada de su iglesia homónima nos esperaban en el centro y a un lado de la plaza, respectivamente. Nos quedamos con las ganas de entrar a la iglesia Gesù Nuovo pero ya la encontramos cerrada…
Seguidamente, tomamos la Via Domenico Capitelli hasta alcanzar, nuevamente, la Via Toledo, que recorrimos casi en su totalidad. Luego, giramos a la izquierda en la Via Santa Brigida y llegamos a la Via San Carlo. Enfrente nuestra, pudimos ver la imponente fortaleza que era el Castel Nuovo y que reconocíamos de nuestra primera visita a la ciudad.
Caminando por la Via San Carlo, pudimos ver: a nuestra izquierda, los jardines del
Palacio Real y un poco más adelante, la fachada del genial
Teatro San Carlo, que ya habíamos visitado hace años; y, a nuestra derecha, la espectacular fachada y la cúpula de la
Galleria Umberto I, que volvió a dejarnos con la boca abierta…
Un poco más adelante nos topamos con la última parada de nuestro itinerario para ese día: la inmensa Piazza del Plebiscito donde pasamos un buen rato haciéndonos fotos junto a nuestro bebé, que abrió los ojos justo al detenernos, y donde también pudimos ver a algún que otro turista intentando completar el reto de la plaza…
Habiéndonos quedado satisfechos de nuestro regreso a Nápoles y tras comprar algún que otro recuerdo que llevarnos a casa, emprendimos el recorrido de vuelta al puerto de cruceros.
Acercándose la hora del todos a bordo, pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos de nuevo al Grandiosa…
Después de la comida, las piscinas, los jacuzzis y el sonido de las tragaperras del casino nos reclamaron aquella tarde…
Aquella noche tampoco asistimos al show del Théâtre La Comédie pues Álex acabó rendido, suponemos que del traqueteo del carro y del agua de las piscinas y jacuzzis…
Luego de la cena y tras dar un paseo por las tiendas de la Galleria Grandiosa, regresamos al camarote a descansar pues al día siguiente nos esperaba el plato fuerte de las escalas del crucero y debíamos madrugar bastante…
DÍA 5: Pisa y Florencia
Ese día, nuestro crucero hacía puerto en Livorno, una ciudad italiana situada en la Toscana… Decidimos contratar una excursión en ese puerto pues queríamos conocer la famosísima Torre Inclinada de Pisa, situada a una media hora en coche del puerto de Livorno, y la espectacular capital de la Toscana, Florencia, situada a unos 80 minutos en coche del puerto de Livorno y a poco más de 1 hora de la ciudad de Pisa.
Nos levantamos bastante temprano aquel día para que nos diera tiempo a desayunar tranquilamente, pues habíamos quedado con el personal de la agencia que organizaba la excursión Florencia-Pisa desde Livorno a las 9 de la mañana. Tras vestirnos, subimos hasta la cubierta 15 y accedimos al buffet Marketplace Buffet.
Además de tomar un rico desayuno, nos hicimos unos bocadillos para poder comer cómodamente en Florencia.
A las 8:30 ya habíamos desembarcado del Grandiosa...
Tomamos el siguiente bus lanzadera que la naviera proporcionaba gratuitamente para salir de la terminal de cruceros de Livorno (la que indicaba como destino Scambiatore) y 10 minutos antes de las 9 de la mañana ya estábamos en el punto de encuentro que nos había ofrecido la agencia de excursiones.
Cuando ya habían acudido todos los pasajeros que iban a realizar la excursión, subimos al autobús con el que llegaríamos a la primera parada de la excursión: Pisa.
Durante el trayecto y, mientras disfrutábamos del paisaje ondulado repleto de viñedos que discurría a ambos lados de la carretera, fuimos aprendiendo cosas sobre la historia de la Plaza los Milagros y su famosa Torre Inclinada…
Tras unos 30 minutos, el autobús aparcó en un pequeño
parking
y la guía nos llevó andando hasta la
Plaza de los Milagros, donde nos dejó tiempo libre suficiente para contemplar el
Duomo, el
Baptisterio
y la
Torre Inclinada de Pisa; que, dicho sea de paso, nos pareció bastante más inclinada que en las millones de veces que la habíamos visto en fotos o en televisión… ¡El conjunto arquitectónico nos pareció espectacular!
Luego de tomar un sinfín de fotos (y sí, también las típicas sujetando la torre), adquirimos algún que otro souvenir y regresamos al bus acompañados nuevamente por nuestra guía.
Tardamos algo más de una hora en llegar a Florencia pero el trayecto no se nos hizo largo, en parte porque a mitad de camino hicimos una parada en una estación de servicio para poder hacer uso de los baños y, también, porque fuimos aprendiendo cosas sobre la historia de la capital de la Toscana… Además, Álex se portó fenomenal, ya que hizo la mayoría del trayecto dormido.
Una vez en Florencia, la guía nos proporcionó unos cascos para que pudiésemos atender en todo momento a sus explicaciones y nos llevó a recorrer andando los atractivos más destacables de la ciudad (Recorrido total caminando: 0,55 h – 4,0 Km).
La primera parada del itinerario por La Ciudad del Renacimiento fue la
Piazza de Santa Croce, una bonita y extensa plaza rectangular rodeada de elegantes palacios del siglo XVI, entre los que destacaba la
Iglesia de Santa Croce, conocida por como el Panteón de las Glorias Italianas por albergar la tumba de personajes tan ilustres como Miguel Ángel, Galileo Galilei o Maquiavelo, además de una tumba vacía colocada en honor a Dante Alighieri, autor de “La Divina Comedia”… La belleza de la fechada de la iglesia nos dejó literalmente sin palabras… Recorrimos el perímetro de la plaza, prestando especial atención a la placa que indicaba la altura a la que llegó el agua en la plaza durante la terrible inundación que sufrió la ciudad tras el desbordamiento del rio Arno en 1966…
Desde allí, tomamos la calle Borgo dei Greci y luego la Via dei Gondi para desplazarnos hasta la
Piazza della Signoria, sede del poder político de la ciudad desde la Edad Media y todo un museo al aire libre. Allí, pudimos admirar el grandioso
Palazzo Vecchio, la monumental
Fuente de Neptuno y la increíble
Logia dei Lanzi, que albergaba estatuas impresionantes que representaban, por ejemplo, a Perseo con la cabeza de Medusa o el Rapto de las Sabinas; aunque, sin duda, la escultura que más llamaba la atención era la réplica en mármol del colosal David de Miguel Ángel…
Luego, nos adentramos en la Piazzale degli Uffizi donde se localizaba la Galeria Uffizi, que tiene una de las colecciones de pintura más importantes del mundo. Por el tiempo que íbamos a permanecer en Florencia, obviamente no pudimos entrar a la galería pero sólo el conjunto arquitectónico de la plazoleta era impresionante…
Bordeando el río Arno por el paseo Lungarno degli Archibusieri llegamos al
Ponte Vecchio, considerado uno de los puentes medievales más bonitos del mundo y no era de extrañar pues su estructura y las casas colgantes de colores a ambos lados del puente enamoraban a primera vista. Después de tomar unas bonitas fotos del puente más famoso de Florencia desde el margen del río, cruzamos hasta la mitad del puente para aprender acerca del corredor vasariano: el pasadizo que utilizaban los Médicis para ir desde el Palazzo Vecchio hasta el
Palazzo Pitti, sin tener que salir a la calle…
Tomando la Via Por Santa Maria, llegamos a la Lonja del Mercado Nuovo, donde pudimos pedir un deseo a la mascota de la ciudad: el jabalí de la Fontana del Porcellino.
Continuando por Via Calimala, nos encontramos con la Piazza della Repubblica, una de las más grandes de la ciudad y llena de vida. Allí, pudimos admirar su gran arco triunfal y la Columna de la Abundancia, que representaba a la diosa Fortuna.
Luego, continuamos caminando por Via Roma hasta que alcanzamos la Piazza del Duomo... Nos quedamos de piedra admirando el triángulo de tesoros que albergaba la plaza: el primero, el
Baptisterio de San Juan Bautista y su Puerta del Paraíso; el segundo, el
Campanario de Giotto; y el tercero, la imponente
Catedral de Florencia con su majestuosa cúpula rojiza…
En ese punto de la excursión, nuestra guía nos dejó tiempo libre para hacer fotografías y poder comer.
A la hora convenida con nuestra guía, nos reunimos con ella en la Piazza della Repubblica y fuimos caminando hasta el bus, que nos esperaba en el Lungarno della Zecca Vecchia.
Una vez en el bus, emprendimos el regreso al puerto de Livorno, no sin antes hacer una parada para fotos en
Piazzale Michelangelo, desde donde pudimos admirar Florencia en todo su esplendor…
Llegamos al puerto de Livorno poco antes de las 6 de la tarde y próximos a la salida de nuestro crucero tras algo más de 1 hora de trayecto, tiempo que Álex aprovechó para echarse una siesta...
Pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos… Fuimos a nuestro camarote para dejar la cámara de fotos y la mochila y ponernos el bañador; y después, decidimos disfrutar de los baños en las piscinas y jacuzzis…
A eso de las 19:30 horas, regresamos a nuestro camarote para cambiarnos para la cena y el espectáculo que habíamos reservado para ese día a través de la aplicación móvil MSC for Me.
A las 21:00 ocupamos un asiento en el Théâtre La Comédie para asistir al show Bizarre y tomarnos un cóctel. Bizarre resultó ser otro un espectáculo de circo único ambientado en una misteriosa casa encantada...
Tras el show, nos acercamos al Marketplace Buffet, donde disfrutamos de otra cena deliciosa…
Después, regresamos al camarote a descansar…
DÍA 6: Marsella
Ese día, nuestro crucero hacía puerto en Marsella, la segunda ciudad más poblada de Francia tras su capital, París… Decidimos no contratar ninguna actividad extra en ese puerto pues pensamos que, con el tiempo de escala que tendríamos (de 9:00 a 18:00 horas), podríamos hacer un buen recorrido por la ciudad por nuestra cuenta
(Recorrido total caminando: 0,44 h – 3,1 Km).
Aquella noche volvimos a dormir bastante bien mecidos por las olas del mar; probablemente también porque el día anterior había sido bastante agotador… Sin demasiadas prisas, nos vestimos y subimos hasta la cubierta 15 para comenzar el día con un buen desayuno.
Tras el desayuno, cogimos la cámara de fotos y la mochila y desembarcamos… A pesar de que el cielo estaba algo nublado, la temperatura era bastante agradable...
Nada más desembarcar, caminamos unos 15 minutos siguiendo una línea verde pintada en el suelo para salir de la terminal de cruceros. En la salida marcada con el nombre Porte 4 se encontraba, bien señalizada, la parada del autobús 35T que, gratuitamente, hacia el trayecto desde el puerto de cruceros hasta el centro de la ciudad.
Tuvimos que esperar unos 20 minutos a que viniera el siguiente autobús pero, cuando vino, sólo nos llevó 10 minutos llegar al centro de Marsella.
Ya apeados del autobús, caminamos unos 15 minutos en línea recta paralelos al puerto por el Bd. Jacques Saadé hasta la primera parada de nuestro itinerario: la Catedral de Marsella.
La
Catedral de Marsella era bellísima: su estilo románico-Bizantino y los colores blancos y verdes de su fachada recordaban a Oriente… Después de tomar unas cuantas fotos desde el exterior, accedimos al templo, donde encontramos una bonita decoración en mármol y mosaicos…
Después, tomamos la Rue de la Cathédrale hasta su cruce con la Rue Saint-Thomé. Desde allí, se tenían unas preciosas vistas del Vieux Port con la iglesia de Notre-Dame de la Garde al fondo… Luego, bajamos el sinfín de escaleras de la Rue Henri Tasso hasta Quai du Port, donde pretendíamos tomar el Tren Turístico de Marsella.
Compramos el billete para Tren Turístico de Marsella que realizaba el Circuito 1 (10 €/adulto) y montamos en el primer tren que partía del puerto.
El tren turístico rodeó el pintoresco Vieux Port permitiéndonos ver el trasiego de barcos y a los pescadores vendiendo su pescado… ¡Una maravilla!
Luego, el tren salió del puerto ofreciéndonos bonitas vistas de los fuertes de St. Jean y St. Nicolas y continuó por la cornisa del paseo marítimo, conocida como La Corniche, para disfrutar de unas vistas magníficas de las islas de Frioul y del Castillo de If, famoso por su aparición en la novela de Alejandro Dumas: “El Conde de Montecristo”; además de observar varios monumentos interesantes.
Los últimos minutos de trayecto nos llevaron a ascender hasta los 162 metros de altitud, donde nos esperaba la Basílica de Notre-Dame de la Garde…
Nos apeamos del tren (parada obligatoria) y nos dispusimos disfrutar de los miradores que permitían captar la belleza de Marsella desde lo alto con el Mediterráneo de fondo y a fotografiar la bella iglesia, que estaba toda recubierta de mármol y pórfido proveniente de Italia y que poseía una estatua dorada de 11 metros de altura de la Virgen María coronando el campanario…
Después de una media hora, volvimos a montar en el tren, que nos llevó de nuevo hasta el Puerto Viejo.
Como ya se acercaba la hora de comer y, sabiendo que teníamos aún que tomar el autobús hasta la terminal de cruceros y caminar unos 15 minutos hasta nuestro barco, decidimos dar por terminada nuestra andadura por la ciudad francesa.
Llegamos al crucero poco antes de las 3 de la tarde. Pasamos las medidas de seguridad pertinentes y embarcamos…
Nada más acceder al barco, fuimos a nuestro camarote a dejar las mochilas y, tras eso, nos dirigimos a la cubierta 15 para disfrutar de la comida que ofrecía el Marketplace Buffet.
Después de la siesta, decidimos disfrutar de los últimos baños en las piscinas y jacuzzis del barco…
A eso de las 20:00 horas, regresamos a nuestro camarote para cambiarnos para la cena y, también, para rehacer el equipaje y colocarlo en la puerta del camarote para su retirada.
Tras la cena, apostamos los últimos euros en el casino y tomamos los últimos cócteles…
DÍA 7: Barcelona – Madrid
Cuando nos levantamos aquel día, nuestro barco ya había atracado en el puerto de Barcelona. Sin embargo, aún no nos estaba permitido desembarcar. Así que, recogimos todas nuestras pertenencias con calma y nos fuimos a desayunar al buffet Marketplace Buffet, que nos tenía enamorados…
Tras el desayuno, por megafonía se nos informó de que ya estaba permitido desembarcar, así que, muy a nuestro pesar, tuvimos que despedirnos del MSC Grandiosa y de todo lo que habíamos vivido a bordo… ¡Nuestro primer crucero en familia nos había dejado maravillados!
Una vez desembarcamos, recogimos nuestras maletas y montamos en el taxi (20 euros) que nos llevaría a la estación de Barcelona-Sants, desde donde salía nuestro tren AVE con destino a Madrid.
Habían sido unas vacaciones fantásticas en familia, pero tocaba despedirse del Mediterráneo... hasta nuestro próximo encuentro...


































